domingo, 29 de abril de 2012

Zoo


El fin de semana, fuimos a una especie de amago de zoo.
Fuimos con una familia con dos peques, un niño de dos añitos muy divertido y una niña de a penas un año que es lindísima.
A los niños les encanta el zoo, incluso este.
Está en la carretera que conduce a Dubai, en el medio de la nada, bueno, entre llamas diría yo.
El calor era digno de las tres de la tarde en Sevilla en pleno mes de Agosto, a si que, imaginaros qué pobres animales había allí. Cómo no hará, que tienen aparatos externos de aire acondicionado para que puedas seguir respirando, tú y ellos, los pobres animalitos.
Había especies extrañísimas, todas de secano; cabras con cuernos retorcidos y orejas de burro, un híbrido entre un conejo gigante pero con el morro chato...y, palomas.
Sí, palomas, las palomas que defecan ácido y te desintegran la pintura del coche, esas ratas voladoras que tenemos en España en cualquier lugar. Bueno pues en este zoo, las tienen ahí, entre los loros, dos pobres loros y cuatro pajarillos.
Y gallinas, de las de "co co co coooo", con su cresta, su pluma y su huevo.
Burritos Platero también había, tres, muertos de hambre los pobres. Y de sed seguro.
Y luego estaba esto, que es un híbrido entre una cabra montesa, una oveja y que sé yo.


Había unos cuantos niños y pese a ser un horno-zoo, Gormiti estaba muy contento.
En la zona de las palomas, ví a una niña india.
No quiero ser maligna, pero podéis imaginar que se me pasó por la cabeza cuando le ví a la pobrecita mía. Criatura. De rosa chicle, con un chaleco con pedrerías de plástico, dos pulseras en los tobillos con cascabeles, sí sí, con cascabeles, menudo soniquete, y porque no estuve hábil con la cámara y no le pillé con la diadema de brillantitos en plan princesa Disney. Y es que así van vestidos todos los niños. Yo a Gormiti le llevaría desnudo antes. Me dio mucha penita. No porque la pobre fuese hecha un esperpento, sino porque tenía una carita de esas como que te conmueve. Intentaba quitarle una pluma al pavo real, pero sinceramente pienso, que era porque quería ponérsela. Donde fuese, pero encasquetarsela para completar el look.
Entramos a ver los peces y quise quedarme todo el bendito día ahí dentro con el aire acondicionado.
Acabamos comiendo de tupper en una zona de sombra mientras empapábamos a los niños con agua de un lavabo de agua no potable. Muy seguro, pero era eso, o morir.
Por una hora, nos convertimos en medusas.
Jamás había sudado como un obrero, ese día, como media docena.
Cuando montamos en Olímpico aunque bueno, es más propio decir que ahora solo es medallista porque nos lo han limpiado, estaba a setecientos mil grados.
A Gormiti se le encendieron aún más los carrillos y cayó dormido encima de mí.
Yo tuve calor en los ojos hasta ayer.







No hay comentarios:

Publicar un comentario