lunes, 18 de noviembre de 2013

Y así fue como pasó


Me he lavado la cara con anticelulítico. Lo tenía al lado del jabón y..."¿y ahora por qué coño no sale espuma?", pero como va a salir...alma de cántaro.
Me miro al espejo.
No importa que me lave el pelo todos los días. Siempre lo tengo sucio. Toda madre que se precie con un recién nacido, siempre lleva el pelo lleno de mierda. Con kiki incorporado por supuesto; es un binomio obligado.
Tengo demasiado cariño a esta camiseta. Me la comieron las polillas este verano en España. Está llena de boquetes y estoy convencida de que las hay de mejor calidad en el punto limpio. Se me trasparenta el suje. Un suje ortopédico que no es que sea la antilujuria, es que tendría que estar penado que esto se vendiese.
Huele a caca. ¿De dónde sale el olor? si no hay ningún pañal cerca con la cosa esa corrosiva de color amarillo. Y busca que te busca. Date. En la correa del reloj.
En vez de abrir el esterilizador en sentido contrario a mi persona, no, el vapor a 500 grados me ha asurado literalmente las manos. Y qué más dará otra herida de guerra. Y porque llevaba una chaqueta, sino, lo bordo.
Me quito la chaqueta. Mucho mejor; tengo leche pegada en los pelos del brazo.
El fin de semana, me resbalé en los 3 escalones de la piscina y me desollé el codo y un tobillo. También tengo un morao en el lado izquierdo del lomo de lo que una vez fue una cintura humana.
Y tengo hambre. Todo el tiempo.
Vamos, que soy la versión low cost residuo de un ángel de Victoria Secret.

18 Días antes.

Iba yo con mi vestidito blanco y mis merceditas preparada para un tajo en la barriga y así traer al mundo a mi hijo Martin.

El doctor Bashar Abdoh, Sirio, ha resultado ser el mejor ginecólogo en el que he estado en mis 36 años. Peculiar como él solo y feo, como la madre que lo parió. Lo apodamos "Mortadelo" porque de verdad que parecen hermanos y los ojitos de Leticia Sabater a su lado..."linda mirada" como dicen mis amigas. Ahora, un señor excelente.
Ni una sola queja del hospital, esta vez sin mármoles ni florituras. Una señorita filipina de admisiones muy amable, nos acompañó a la habitación y empezaron a cacharrearme. Cuando entré en la ante sala al quirófano y lo ví aparecer, vestido de ese verde, con unas botas de agua blancas hasta la rodilla...; "oigaaaaaaaaaa le doy los mejillones bien limpitos!!!!!!!!! y esos lenguaos!!!!!!!!!", lloré de la risa.
Cuando entré para el mogollón en sí, eso parecía una fiesta de carnaval; había como 8 personas y todas vestidas de rosa fucsia, azul eléctrico, verde...verde hospital...naranja...la enfermera infantil con un conjunto de osos rosas, azules y verdes....pero enseguida me pusieron la epidural...y oye, que me quedé frita. Vomité en la almohada. Un clásico mío. Porque ésta, no tenía ningún estampado verde pistacho ya os lo digo yo.
Y me trajeron a mi bollo. Un morrosco de casi 4 kilos y 58 centímetros.
Las dos primeras noches me atendió una matrona. Me ayudó mucho pero también, me sentí muy sola porque Antonio padre estaba en casa con A. Jr y nadie pudo venir a estar con nosotros.
Al día siguiente, cumplí 36 años y mi marido, que es el hombre más atento y cariñoso que conozco, siguió las instrucciones del médico y me trajo 3 napolitanas de chocolate recién hechas para seguir con la dieta blanda y vaciarme de pedos.
" Solo sopas y fruta esta semana ¿entendido?".
"Entendido Dr. Bashar."
Por los güevos que me lo paso, que me voy a cascar los tres bollos con chocolate en cuanto te vuelva a girar el ojo que tienes perdido.
Demasiada atención en el hospital. Sí. Entraron los dos días a las cuatro y pico de la madrugada a pincharme cosas, o ponerme supositorios o vaciar las papeleras de la habitación. Si hubiera podido, le había partido las dos muñecas a la india que montó una especie de batucada con las papeleras metálicas.
Esta vez, me han matado los malditos entuertos. Para que los hombres me entiendan, es como una especie de dolor de cojoncillos así como si te los estuvieran pellizcando, que te va y viene cada diez minutos.
El lunes 4 de Noviembre por la tarde noche, me mandaron a casa.
Tenía la herida relativamente bien, yo todavía no estaba amarillenta (porque somos las madres las que tenemos ictericia no los bebés) y mi Dr. consideró que era mejor dormir en casa que en el hospital.
"Dieta blanda ¿entendido?".
Claro hombre, claro.
"A la, vamos a pasar por caja a ver el sartenazo que nos cascan. Nos van a dejar un ojo como al Dr. Bashar como mínimo". Oye, pues no. La maternidad cubierta al cien por cien. De no creer.
Como pude, me monté en el coche y no me acordaba, de que de la empresa de mi marido, me habían mandado un centro de las flores más horrendas, horteras y espantosas que he visto y veré en mi vida. Y como son así...en forma de pirámide de 1,50 metros.

Y así fue como pasó. Aquí, en UAE tan lejos y sin embargo, todo ha ido como la seda, tan distinto de la primera vez. Todo parece seguir las pautas del libro y no podemos tener queja en las noches.
Dos hijos, es de nivel superior pero, no hay nada mejor en el mundo.
O sí...¿un bocadillo de mortadela? :-(((((((((((((((