viernes, 6 de abril de 2012

La despedida de la lluvia



Como os vais al desierto pensará, pues voy a dejarme caer hasta encresparte bien el pelo, ni el fructis, ni el serúm ni el alisado japonés, toma peinadito a lo Diana Ross para que te vayas acostumbrado maja salada. Acuérdate de mí.
Así es como nos despide Madrid en estos últimos días, también Bilbao y Donosti, con lluvia, lluvia y más lluvia, aunque creo que es en estas dos últimas ciudades invadidas de belleza y encanto, donde ésta tiene su domicilio social.
Estos días, han sido un de aquí para allá, para dar besos de todas clases y sabores, para dar abrazos flojos y otros llenos de fuerza, para bailotear hasta las y pico mil trescientas y no llegar en muy buenas condiciones a casa, para hacer horas de coche y abrazar a los abuelos, para comer cosas ricas del Norte como si se fuese a extinguir la tierra, para besar y querer con todas nuestras fuerzas a nuestra queridísima amama Marichu. Para ver un ratito aunque fuese, a los que más cariño tenemos y nos tienen.
Han sido unos días en los que más que otras veces, he mirado y observado con detemimiento a mi Madrid, al que he dedicado muchos pensamientos. Porque Madrid, tiene mucha tela y entre ambos, ha habido mucho lío.
Mañana volvemos con unas cuantas citas pendientes para los dos últimos días, con reservas en las cartucheras a base de la buena cocina. Haremos el último "sin parar" porque con las prisas, ha sido difícil enhebrar un montón de encuentros.
Mañana, volvemos para marcharnos.
Y a buen seguro, el miércoles, la lluvia volverá a despedirse de nosotros.




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