jueves, 28 de junio de 2012

Como están los cuerpos

Y como están las cabezas como bien dice José Mota.
Y es que, hace unos días estando en la piscina con dos de mis amigas, llegué a la conclusión (sin mucho esfuerzo) de que allí, había más dejadez en salud y físico que pies descalzos.
Sé, que puedo levantar alguna que otra susceptibilidad aunque mida las palabras y que incluso alguien, puede hasta ofenderse pese a que no sea en absoluto mi intención, de manera que aclaro antes de continuar, que solo escribiré a cerca de mi visión personal sin por supuesto ni criticar ni juzgar.
Vamos allá.
La vida de hoy en día para todo mortal que se precie, es una agitación constante; estudios, trabajo, casa, compañeros, novias, hijos, mujeres, maridos, ciscos variados y el polémico asunto sobre la alimentación.
Yo personalmente, soy una "tragaldabas". La cocina y el comer, son de los mayores placeres del mundo. Un buen solomillo con patatas panadera, unos huevos fritos con chorizo o en mi caso también, unas judías verdes rehogadas (si las hace mi madre), son un maravilla y un puñetero placer. Sinceramente también creo, que un aperitivo en verano sin unas aceitunas o una sesión de cine sin palomitas, son citas a medias.
Menuda vida tiene la sociedad en general como para estar renegando ante una tosta de jamón o unas croquetas con bien de condumio. Qué tristeza; "nueve horas trabajando, llego a casa y planto un par de pechugas de pollo en la sartén y eso, junto a medio litro de agua que es el que me falta para llegar a lo que dicen que es lo recomendable y de postre...ummmmm, no, mejor lo dejo". A mí no me digáis que esto es vida a excepción por supuesto, de aquellos quienes están a dieta (por la razón x), tienen algún régimen específico, o que antes del verano pues oye, si ves que se te marca la braguilla más de la cuenta en el culo, que te cuelga un poquillo más el faldón, pues de acuerdo con unos días de contención prudente.
Pero entonces, vas a la piscina y ves que una cosa es ser un soso y otra, echarse al abandono y a la merced de Don Torrezno.
Por el amor de Dios, un poco de tiento ante la ristra de chorizo, unas horas de faja de después de dar a luz, si anoche te empapuzaste media docena de empanadillas y dos filetes rusos, hoy no desayunes magdalenas...no sé...un poco de sosiego, un poco de juicio. "En el embarazo, engordé 25 kilos y pensé...bueno ya bajaré después..." las escaleras del portal del primero al bajo es lo que vas a bajar como no te cuides. No es sano tener una media de 35 años y trombosis en las piernas debido al exceso de peso, ni tampoco lo es tener problemas de espalda o de rodillas.
Señoras y Señores, que no estoy hablando de celulitis o de abdominales oblicuos marcados, no, estoy hablando de salud como ya lo hice en una entrada anterior tratando el asunto del sol.
Asustada me quedé, de lo que ví y de darme cuenta de que hay muchísimas personas que no ven términos medios a las cosas. Con los grises tan bonitos que hay.
Ni hace falta comer cada día acelgas, ni hace falta cenar panceta.
Ni hace falta apoltronarse en el sofá 15 horas diarias ni hacer 20 kilómetros.
Ahora, que tampoco sirve caminar con unas "easytone" mientras le das a los Doritos.
Solo hace falta un poquito de sentido común porque a la larga, aunque ahora digamos que nos encontramos bien, podemos tener problemas más serios de los que imaginamos.
Y en estos momentos, alguno dirá " y qué dice esta si está más bien delgada". Pues perdón, no estoy más bien delgada, estoy normal, exactamente 58 kilos de normal. A veces me paso y a veces me corto y, cada mañana, me voy a correr/trotar/andar y me dejo los tobillos y los gemelos.
A si que, querid@s, este verano no estaría mal ponernos la toma de tierra y no cometer ni excesos ni carencias.









jueves, 21 de junio de 2012

Primera parada


En el pueblo, mi pueblo, donde mejor si no.
Llegamos a penas hace unos días a España e hicimos parada de descanso en Madrid, hicimos visitas apresuradas y no tuvimos tiempo para mucho excepto para dejarnos invitar a comidas en casa de amigos y familiares. Ese mismo lunes, una vez en tierra patria, me lo dediqué a mí misma y disfruté de un largo paseo por las calles de un barrio céntrico. El tiempo nos agració con un par de chaparrones y un aire fresco que no hizo que nos sobrase la manga larga sobre todo a primera hora y eso, acompañado de una comida a base de croquetas caseras y jamón, fue el principio del que espero sea un gran verano.
Llegamos aquí, a Cuéllar y es curioso pero uno, cuando entra en un lugar al que de verdad pertenece, se le hace un pequeño nudo de "gustillo" en el estómago.
Aún no hay mucha actividad estival pero la tranquilidad, el fresco que se levanta caída la tarde, la cercanía de todo, la compañía y parrafada con las amigas de siempre, la cocina de la Paca...para mí son razones más que suficientes para disfrutar durante casi un mes.  Y, quien tenga pueblo sabrá de qué estoy hablando. Nos traen millones de recuerdos de cuando éramos pequeños, de las aventuras y picias de la cuadrilla, de los bocatas que nos hacían las abuelas y de los conjuntos de verano que nos ponían a juego con unas alpargatas Victoria o Tao Tao. Y según escribo, me ha venido a la mente la imagen de mi abuelo cogiéndome de la mano y llevándome a comprar un bicicleta Orbea rosa. Con su cesta y todo. Ese creo que fue uno de los días más felices de mi vida.
Ahora que está Gormiti aquí y que es más mayor, espero que coja ese gustillo por este lugar que tanto encanto tiene y que tanto forma parte de mí.
Nos quedamos un poco..."pochos" porque papá tiene que irse de nuevo allí a trabajar y va a estar muy solo, pero pensemos que tres semanas se pasarán rápido y que en seguida volverá para  marcharnos los tres juntos a la que creo que es la ciudad más bonita de España; San Sebastián.
Nuestras aventurillas vacacionales, las escribiremos con más tardanza de lo habitual, pero ahí seguiremos para aquellos que queráis seguir leyéndonos aunque ahora nuestras andanzas de momento no sean en el desierto.


jueves, 14 de junio de 2012

Te veré pronto

Y tú a mí.
Me dabas miedo antes de conocerte, eras en palabras de otros, muy diferente.
No sabía si me intimidarías, ni como me acogerías, ni si me asustarías con tus costumbres, no sabía si serías bella o la fea del baile.
Tuvimos nuestro primer encuentro fugaz de madrugada y a penas pudiste mostrarme nada, excepto una adelantada estación veraniega.
Madrugas demasiado querida y, te recoges también a horas muy tempranas;  a penas me das tiempo a dormir más allá de que empiece haber algo de vida en tus calles.
Pero eres tranquila y pacífica. Nos calmas con tu mar y nos ofreces largos paseos por tu playa caída la noche, nos has hecho sonreír con tus peculiaridades y con otras, realmente nos has sorprendido.
Eres grande pero demasiado joven, aún te falta mucho por crecer y por muy altas que sean tus torres, careces de historia. Es cierto que avanzas rápido, que dentro de no mucho quizá hasta seas cosmopolita como tu vecina. Eres tolerante y no tan rigurosa como se ve desde la lejanía.
Con las familias, eres especialmente generosa y tu enfoque principal no es otro.
Demasiado cara opino, pero tu tranquilidad es envidiable; no albergas personas sin hogar, ni miseria ni delincuentes.
No eres lugar de alboroto.
Ni eres lugar de jaleo hasta el amanecer.
Mi reto es tu idioma, mi talón de Aquiles, pero conseguiré comprenderte.
Creo, que nos hemos hecho amigas, has conseguido que te sienta como mi hogar y has logrado, que quiera volver a estar a tu lado en unos meses.
Este ha sido nuestro principio y espero, que pueda escribir otro capítulo sobre tí, sobre nosotras.


viernes, 8 de junio de 2012

Sentimiento maternal


Llega un momento en la vida de una persona en la que surge la cuestión; sí o no.
Llega ese momento de inflexión en el que la respuesta, la decisión final, marcará un antes y un después.
Llega el momento de continuar o quedarse en el mismo lugar.
La teoría más que extendida y universal, todos la conocemos antes de embarcarnos en la que será la gran aventura de nuestras vidas pero sin embargo, es el mayor viaje desconocido que jamás cualquier persona hará nunca.
O sí o no.
Yo, nosotros, dijimos sí. Y Dios (o quien sea), quiso que así fuese.
Las cuatro hormonas responsables de todos y cada uno de los cambios en el organismo de una mujer, pueden ser unas punkis o pueden ser tímidas o pueden estar de vacaciones o, pueden ser un caballo de Troya.
Y no hay marcha atrás.
Cada persona somos un mundo y las opciones del desarrollo, infinitas.
Hemos de asimilar que la exposición ante los cambios del antes y del después, pueden o hacernos los seres más felices sobre la tierra o a priori, destruirnos por completo a nosotros y todo aquello que se encuentra a nuestro alrededor. De manera que, antes de dar el paso que conllevará la mayor de las responsabilidades existentes, es indispensable (a mi entender) ser feliz, sentir el bienestar que aporta la tranquilidad, la estabilidad en el ámbito personal con uno mismo porque, un hijo los primeros meses de su vida no es el elemento que por arte de magia todo lo solucione y todo lo apacigüe. Incrementará de forma escandalosa cada instante bueno y cada instante malo.
Realmente puede lograr coger todo tu ser y destruirlo hasta abatirte por completo. Puede envolverte en una tormenta de absoluto pesimismo donde es un imposible hallar un libro con respuestas y lograr un ápice de consuelo o, puede llevarte al sumun  de la felicidad y que cada componente de tu vida, se transforme y sea mejor empezando por uno mismo.
Pero llevarlo dentro nueve meses no te hace amarlo cuando lo tienes en tus brazos.
El amor, se desarrolla poco a poco hasta que se hace inconmensurable e indestructible.
La experiencia es un grado y poco a poco todo va fluyendo y funcionando.
Pero el corazón de unos padres se queda sin peladura desde el momento en el que nacen; las penas son más dolorosas y sus sonrisas, aplacan cualquier mal.
Se convierten sencillamente, en la razón de tu existencia.

Hoy, escribo estas palabras porque ha llegado de nuevo ese momento en el que después de un letargo de tres años y cuatro meses, hemos de nuevo de tomar la decisión. Sí o no.
Me frenan los recuerdos. Me pesan demasiado. Fueron demasiadas noches insomnes entre lágrimas sin consuelo. Fueron demasiados momentos de desesperación y de soledad. Fueron demasiados días de descuido sobre los demás ámbitos de nuestras vidas. Fue demasiada la entrega y también demasiada la ausencia de respuestas.
No sería capaz de atravesar de nuevo ese trayecto tan hostil.
Pero...ahora tengo tres años y cuatro meses de experiencia, tengo un grado más de fortaleza y tengo, a lo mejor que he hecho y haré jamás.





domingo, 3 de junio de 2012

Domingos que son lunes


Y los viernes, que son nuestros sábados.
El de ayer, lo pasé moribunda entre el sofá y carreras intermitentes al cuarto de baño.
De repente, me entró un dolor agudo en el estómago y a partir de ahí, un calvario hasta la mañana de hoy. Porque un dolor de cabeza o de muelas, es terrible, pero una gastritis o gastrointeritis...primos hermanos.
Empecé a ponerme de un color tipo ictericia, me entró la tiritona y me tapé hasta parecer una especie de momia. Dormité...tuve un devenir de reuniones frecuentes con el Sr. Roca...un desastre.
Os prometo que creí que me moría.
Y no sé qué comí para conseguir que el estómago se me pusiese como un higo chumbo.
Pero gracias a Dios, esta mañana me he levantado mejor, aunque de perfil, no sé por que parezco una paloma.
Poco a poco he ido recuperando la compostura y hemos decidido salir a dar un paseito.
Obviamente, al ser día de escuela, no había niños pero sí el señor de seguridad. Él allí, perenne, haya niños o no. Sean las 7 de la mañana o las 8 de la tarde. Aquí lo tenéis, sentado en su taburete.


Enseguida nos hemos marchado, hacía muchísimo calor y yo he empezado a tener psicofonías en la tripa.
Pues vamos a comprar fruta.
He aquí al plátano maduro. Esto en España va a la basura aunque luego sea rescatado en la vera de cualquier contenedor, pero aquí, se vende, no sé a quien, supongo que a alguien que tenga el estómago de amianto. Y de los negros como el carbón, pasamos a los que si los metes un bocao, te partes los colmillos porque ni un pistacho había visto yo tan verde.
Junto a ambos, tenía que haber dos cartelitos, uno con el teléfono de un especialista digestivo y otro, de un dentista.


La fruta en general por aquí, es insulsa. Aunque aparentemente haya muchas que sí son bonitas, da igual comer una chirimoya que un kiwi. Saben parecido.
Y con nuestra pequeña comprita, hemos regresado a casa. Hemos sacado los bañadores calientes y a la. Si si, calientes. Porque aquí, pingo que metes en el armario, pingo que sacas caliente.
Repito y afirmo: la ropa dentro de los armarios se calienta.
Que no está nada mal, el día que se me rompa el horno, meto el besugo dentro.
Si tenéis alguna idea del porqué, por favor, contádnoslo.
Y entre rutina y rutina, pescado cocido y sorbitos de coca cola batida, ha pasado el día hasta ahora.
Dos semanas nos quedan para besar tierra patria; tic tac tic tac.