domingo, 3 de junio de 2012

Domingos que son lunes


Y los viernes, que son nuestros sábados.
El de ayer, lo pasé moribunda entre el sofá y carreras intermitentes al cuarto de baño.
De repente, me entró un dolor agudo en el estómago y a partir de ahí, un calvario hasta la mañana de hoy. Porque un dolor de cabeza o de muelas, es terrible, pero una gastritis o gastrointeritis...primos hermanos.
Empecé a ponerme de un color tipo ictericia, me entró la tiritona y me tapé hasta parecer una especie de momia. Dormité...tuve un devenir de reuniones frecuentes con el Sr. Roca...un desastre.
Os prometo que creí que me moría.
Y no sé qué comí para conseguir que el estómago se me pusiese como un higo chumbo.
Pero gracias a Dios, esta mañana me he levantado mejor, aunque de perfil, no sé por que parezco una paloma.
Poco a poco he ido recuperando la compostura y hemos decidido salir a dar un paseito.
Obviamente, al ser día de escuela, no había niños pero sí el señor de seguridad. Él allí, perenne, haya niños o no. Sean las 7 de la mañana o las 8 de la tarde. Aquí lo tenéis, sentado en su taburete.


Enseguida nos hemos marchado, hacía muchísimo calor y yo he empezado a tener psicofonías en la tripa.
Pues vamos a comprar fruta.
He aquí al plátano maduro. Esto en España va a la basura aunque luego sea rescatado en la vera de cualquier contenedor, pero aquí, se vende, no sé a quien, supongo que a alguien que tenga el estómago de amianto. Y de los negros como el carbón, pasamos a los que si los metes un bocao, te partes los colmillos porque ni un pistacho había visto yo tan verde.
Junto a ambos, tenía que haber dos cartelitos, uno con el teléfono de un especialista digestivo y otro, de un dentista.


La fruta en general por aquí, es insulsa. Aunque aparentemente haya muchas que sí son bonitas, da igual comer una chirimoya que un kiwi. Saben parecido.
Y con nuestra pequeña comprita, hemos regresado a casa. Hemos sacado los bañadores calientes y a la. Si si, calientes. Porque aquí, pingo que metes en el armario, pingo que sacas caliente.
Repito y afirmo: la ropa dentro de los armarios se calienta.
Que no está nada mal, el día que se me rompa el horno, meto el besugo dentro.
Si tenéis alguna idea del porqué, por favor, contádnoslo.
Y entre rutina y rutina, pescado cocido y sorbitos de coca cola batida, ha pasado el día hasta ahora.
Dos semanas nos quedan para besar tierra patria; tic tac tic tac.



No hay comentarios:

Publicar un comentario