miércoles, 4 de febrero de 2015

Mucha pena.

Un día después.
Uno pasado su cumpleaños, se esperó para cogerte de la mano y llevarte con él.
El abuelo, nuestro abuelo del alma y que, a pesar de haber pasado tantos años, es mencionarlo y las lágrimas hacen una maratón hasta mis ojos. Me los inundan. Se desbordan sin juicio alguno.
Fuiste una luchadora. Hasta el final. Con el cuchillo entre los dientes.
Qué vago fue el abrazo que te dí en navidad...perdóname abuela. Perdóname por no haber estado contigo hasta el último día.
Sabía que no iba a volver a verte, pero no quise saberlo, era más fácil, lo más cobarde.
Millones y millones de recuerdos en imágenes.
En el trastero del corazón.
¿Cuántos litros de vino con casera te bebíste?.
¿Cómo pudo ser que cocinando como los ángeles no dieras con el punto de la paella que era, tu comida favorita?.
Cocinabas con la rodilla (trapo de cocina)  en el hombro y esperabas a ese magnífico "pochao" apoyada con un brazo en la encimera y el culo hacia fuera.
También te recuerdo comiendo sandía en verano, quitándole con paciencia todas las pepitas y, comiendo pan con la fruta.
Los viernes del verano en el pueblo, por la noche, me llevabas de la mano a casa para cenar y ver  el "1, 2, 3". Era la mejor cena y, la mejor noche.
Tu soniquete de las monedas de la pulsera.
Tu sinceridad sin tacto. Le decías a la vecina, tan fea ella la pobrecita; "qué poquito tienes que agradecerle a Dios hija mía".
Nunca me faltaron calcetines y ropa interior en mi cumpleaños.
Y cómo picaba la chaqueta blanca de ángora que me tejiste por mi comunión. Me cortaste las uñas fatal y me las limaste en punta. ¡Qué horror abuela!.
Decías que el tocino del cocido no tenía grasa.
Que no habías comido patatas fritas cuando eras como Triki y las escondías debajo del cojín.
Nunca diste besos espontáneos, ni abrazos, ni dijiste palabras cariñosas aunque eras de profundo sentimiento.
No te gustaba viajar pero te va a tocar porque tu primera nieta que soy yo, da muchas vueltas por el mundo y, te voy a llevar conmigo a todas partes. Para siempre.
Abuela...tenías el nombre del deseo de toda persona. Aquello que todos ansíamos y pocos consiguen. La máxima en esta vida.
Mi abuela tenía el nombre más bonito del mundo: Felicidad.


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