lunes, 25 de marzo de 2013

Diario de a bordo


Hoy, 25 de Marzo de 2013.
Llueve barro, los cristales se manchan dejándolos con una fina neblina de polvo. El viento marcha a gran velocidad y peina las palmeras hacia atrás. Es de las pocas veces que el mar deja de encontrarse en un momento fulminante, se agita, se contonea. Pero el oxígeno del desierto es el calor aunque haya permitido, eso sí, de manera severa y bajo sus normas, brindarnos unos meses de época primaveral.
Releo la fecha actual y digo en voz alta y arqueando las cejas: " hace casi un año que vivimos aquí".
No estaba asustada. No estaba feliz. No estaba triste. La expectación acaparó mis sentidos y mis sentires.
Tampoco fueron fáciles los primeros meses, pero hice todo lo que pude para darle una oportunidad al que es mi nuevo hogar. De momento. Entonces, es cuando me doy cuenta de que uno mismo, tiene todo el poder en sus manos para transformar su vida, su bienestar.
Nadie dice que a miles de kilómetros sea fácil. Pero tampoco que sea difícil. ¿Qué sería la vida a ritmo monótono? porque honestamente creo que nos aburrimos de todo. Pero también,  nos acostumbramos a todo.
Escribí un planning, que más o menos, adaptándose en algunos momentos a las circunstancias, sigo cada día y, no tengo una vida ni más apasionante ni más rutinaria que nadie. Pero tengo lo más importante y es que; tengo podríamos decir, casi todo lo que quiero. Gracias a Dios, a los espíritus, a Mahona o, a mi ángel de la guarda en el que realmente sí creo a ciegas.
Tengo una familia que es el pilar de mi vida. Y, como mi vida es muy grande muy grande, también tengo mis grandes soportes en la que es mi tierra.
Sé que cualquier persona, con tesón, podría adaptarse a vivir en cualquier punto del planeta. Con sus matices y sus "peros" por supuesto.
Ultimamente, no tengo mucho contacto con otras personas. No es tan sencillo. No asaltas a personas que hablan tu idioma cuando los oyes pasear por la playa. Intercambias conversaciones escritas en un guión; típicas, previsibles y a lo sumo, intercambias el correo electrónico. O puede ser que conozcas a alguien pero que sea tan contrario a ti, que te cueste un verdadero esfuerzo pasar unas horas.
Abu Dhabi. Este país no es fácil para trabajar. Muchas personas se marchan. Los negocios están cercados por tejidos tramados con enchufes de aquí y de allí. Los grandes se asocian con socios locales poderosos y las manos que recogen, suelen ser siempre las mismas. La administración es lenta, muy lenta y el modo de trabajar dista mucho al de un camarero de la chocolatería San Ginés en plenas Navidades.
Es probable que termine hablando sola ¿no sería ningún mal no? (a priori).
Soy muy distinta. Soy Española. Como tal, yo propondría a cualquier mamá del cole a quedar para merendar, pasear o ir a comprar pañales. Terminaría siendo muy amiga de alguien. Lo sé. Porque de esos encuentros, tejí  unos lazos de amistad con personas a las que no cambiaba ahora mismo (ni nunca), ni por una vuelta de chorizo blanco de la carnicería Antonio de mi pueblo.
Porque  los extranjeros hacen su reducto extranjero. Su círculo extranjero. Cierran su cupo. Acaban sus frases con un punto y final. Los Españoles tenemos miles de puertas, las abrimos de manera espontánea y sencilla y  (sonrío en este instante), casi todas nos llevan a un bar con cerveza fría, cafeses con leche, pinchos y tapas...
¿Y si soy yo la rara? me cuesta creerlo. No soy una relaciones públicas, ni es mi pretensión, pero soy amigable. ¿O no?. En realidad, quizá lo que me ocurra y en lo que todo el mundo se ha dado cuenta, es que hablo inglés como el culo. A lo mejor va a ser eso.
Paso de página. Continuo en la siguiente.
Hoy, he cocinado albóndigas. Al estilo de mi abuela, mi bisabuela, mi tatarabuela...y, han quedado de relamerse  los bigotes pero, la carne aquí es una porquería. O sea, que tengo buenas manos.
Me encanta cocinar. Desconecto la mente del mundo. Mis sentidos se centran en cada uno de los ingredientes y, siendo sincera, en manchar toda la cocina y todos los utensilios posibles.
Tengo tarea por delante entre los fogones. En los próximos días, llega Eduardo, mi suegro, un abuelo estupendo, bronceado por el sol de Málaga, con millones de rarezas y costumbres asombrosas y extravagantes que lo hacen entrañable.
Será un factor que nos saqué del guión, un acelerón que nos acercará la fecha de llegada a España.
Ay querido diario de a bordo..., unas semanas y se cumplirá un año. Uno. Qué rápido y qué lento. Qué lleno y qué vacío.
Pero ¿qué sería una vida sin un poquito de todo?.


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