domingo, 19 de mayo de 2013

Una parte imprescindible



Creo que todos los lectores de este blog, lo venís sospechando; El Alquiler de los Valientes se asoma a su final de temporada o quizá a su fin definitivo.
Puede ser que esta sea su penúltima entrada.
Es probable.
No quería llegar a este punto, sin hablar de quienes fueron y son, una parte imprescindible.
Es algo demasiado personal, puede que ni de interés para otros lectores.
Puede ser.
Pero como os digo, fueron y son, una parte imprescindible, la familia que uno escoge.
Y quiero dedicárselo.

Hace no muchos días, mis ojos se ponían como los faros de un camión viendo fotografías inesperadas de cuando pertenecíamos a esa época guerrillera y desobediente. Donde nos enamorábamos y nos abandonábamos hasta llorar mares, donde nos reíamos hasta que nos dolían los mofletes.
Confidencias, secretos, besos, canciones, merendolas, enfados, intercambios de ropa, citas, el cole, los mismos profes, los mismos canallas inmortales, nuestra misma edad...
A unos los conocí antes.
A otros los conocí después.
Mi ángel de la guarda los puso ahí, en mi vida, para hacer en ella un espacio inmenso vital, una pequeña escuela que me enseñó y me hizo en parte, lo que soy ahora.
A estas alturas, con un largo recorrido, independiente y propio, seguimos teniendo nuestro punto de unión. Nuestro lugar.
En primera línea, en el palco, se encuentran muchísimos de esos recuerdos.
Mi primera pandilla del cole. Todas sacaban buenas notas menos yo. Nos encantaban los "New Kids on the Block". Llevábamos la carpeta clasificadora llenita de fotos de aquellos chicos que nos parecían de lo más guapo del universo. Los cumpleaños, con ganchitos naranjas de los cuales no se te quitaba el color de los dedos ni restregándote con acetona. Los sandwich de nocilla, las medias lunas de jamón york y queso...
De aquella época escolar tan difícil para mí y tan bonita a la vez, perduraron Ana Belén y su inteligencia espontánea y Sonia, mi amiga Sonia.
Los sinvergüenzas aquellos siempre estaban. Las chicas, no podíamos vivir con ellos pero sin ellos tampoco. Jamás creo haberme reído más con nadie. Daba igual que fuera media hora o, el día del famoso chocolate de mi pueblo. Era inolvidable. Todos ellos, con sus defectos, con sus virtudes, con sus payasadas y sus gilipolleces, todos, son especiales hasta un punto infinito. Porque estábamos juntos, desde que llevábamos las rodillas desolladas y pedíamos la propina, hasta ahora, hasta hoy y hasta siempre espero.
Ahí estaban y están ellos; Carlos, Godo, Abel, Edu, Rober, Koldo, Pablo, David...otros se perdieron por el camino. No tenían que estar por alguna razón aunque, tienen su pequeño lugar.
Como en el Bolero de Ravel, al igual que instrumentos, se iban sumando personas imprescindibles.
Ellas.
Siempre ellas.
Ahí. De día, de noche, de tarde, de madrugada, de buenas, de malas, echando la partida, bailando, compartiendo historias de amor, angustias, risas, risas a borbotones con lágrimas desparramadas, redencillas, cuchicheos...todo. Qué más daba lo que fuese. Ahí estábamos. Ahí estamos.
María, Sonia, Carolinilla, Silvia, Sirya, Carolina...
No importa donde vayamos.
No importa donde estemos.
No importa qué profundo o no sea lo que pueda ocurrirnos.
Estamos juntas.
No hay páginas suficientes para tanta anécdota, y a mí el recuerdo me basta.
Se oye de fondo una canción, y por inercia todos nos juntamos en el mismo punto pasándonos los brazos por la cintura.
Cantamos al unísono, asiduamente con una copa en la mano:
"Donde empieza y donde acabará el destino que nos une, y que nos separará.
Son mis amigos, en la calle pasábamos las horas.
Son mis amigos, por encima de todas las cosas."
Sí, me quedo con estas últimas palabras.
Por encima de todas las cosas porque la amistad, puede tener muchas comas, pero dificilmente, un punto y final.

Gracias infinitas por estar ahí.
Pau.






1 comentario:

  1. Si te digo que tengo los ojos llorosos probablemente no me creas... Muchas gracias a ti. Millones de besos. Capi.

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